"RESCATAMOS LA MISTICA DE RIVADAVIA"
La responsabilidad de venir a renovar un clásico, sin que pierda su identidad, es muy grande. Pero a la vez es un orgullo y un desafío muy importante.
Sobre todo para mí, que me hice de abajo en esta radio. Acá empecé como asistente de producción. Rivadavia tiene una fórmula como la Coca Cola: apoyarse en sus dos pilares, 'La oral deportiva' y 'El rotativo del aire'. Y en el medio hay que elaborar una artística entretenida, con buenos referentes". Quien se anima a revelar el secreto es alguien que lo conoce como pocos. La bella Silvia Cordano es la gerente de Noticias y Contenidos de la emisora desde 2004 y tiene injerencia tanto en la programación como en el informativo. Bajo su comando, la radio salió de una dura crisis y levantó la cabeza. Hoy, una pelea con la empresa Ibope la dejó afuera de las planillas del rating, pero todas las mediciones la colocan entre las cuatro radios más escuchadas de Buenos Aires.
-¿Qué particularidad tiene esta emisora?
-Es una gran familia, de verdad. Por eso pudimos sacarla adelante: todos pusieron el pecho. El que pasa por acá se pone la camiseta.
-¿En lo interno te tocó la Rivadavia más tranquila de los últimos años?
-Sí, estamos atravesando un muy buen momento. La estamos sacando adelante. Después de años muy duros vivimos un momento de estabilidad.
-¿Cuáles fueron las claves?
-Que rescatamos la mística y la esencia de la vieja Rivadavia, con formatos más modernos y dinámicos. Revitalizamos la parte periodística. Priorizamos el contenido por sobre la figura y logramos un mix de lo clásico con los jóvenes.
-¿Y las incorporaciones?
-Con Llamas de Madariaga recuperamos prestigio y tenemos un referente natural de esta radio. Con el Pato Galván buscamos una mañana más joven y fresca, destacamos a nuestros jóvenes periodistas en "Sexta edición", y potenciamos con ESPN al mejor equipo de deportes de la radiofonía nacional: "La oral deportiva". Además lo tenemos a Antonio Carrizo, que es un joven de alma y tiene más garra que todos nosotros juntos. Una de nuestras metas era incorporar público de menos edad. Además, revalorizamos el espacio de la música en la radio, porque es muy importante y durante la última década fue perdiendo espacio a manos de los programas periodísticos. A veces daba la sensación de que si ponías una canción es porque se te había caído una nota.
-¿Eso es malo?
-El exceso de palabras tampoco es bueno. Se puede vestir la programación con espacios como el de Mateyko, con cantantes en vivo.
-¿Sobre todo porque la FM cambió?
-Sí, la "invadieron" los periodistas. Creo que nosotros logramos un equilibrio entre lo artístico y la información.
-¿Hicieron gestiones para la vuelta de Héctor Larrea?
-No. Salió publicado pero no es verdad. Ni siquiera hablamos. Se especuló con que si Héctor se iba de Nacional podría volver a su casa. Nada de eso pasó.
-¿Cuál es la línea de "El rotativo del aire"?
-Es un informativo pluralista e independiente desde siempre. Hace cincuenta años que su consigna es "informar sin estridencias ni show, con el menor sensacionalismo posible, y dándoles lugar a las dos campanas". La verdad es más importante que la primicia, no nos tiramos a la pileta para ganar.
-¿Aunque signifique ir atrás?
-Sí, pero eso no pasa. Igual vamos adelante porque trabajamos como una agencia, como un diario. Tenemos siete móviles y periodistas acreditados en lugares claves. Somos los únicos en hacerlo en el medio radial.
-¿Cómo va la parte comercial? Gloria López Lecube me dijo que sólo habían subido los ingresos en publicidad para las dos líderes.
-No es mi área, sí puedo decir que el año pasado nos fue muy bien y ahora estamos consolidados en la cosecha. El Mundial es una inyección importante en ese sentido. Por eso compramos los derechos de transmisión para que relaten Quique Wolff y Enrique Sacco, con diez periodistas en Alemania. Rivadavia tiene una fuerte tendencia a los deportes y le daremos mucho espacio porque el mismo oyente lo reclama.
-¿Cómo es ese oyente?
-Logramos bajarle la edad a 45 años, aunque nunca es exacto.
-¿Tenés referentes?
-Sí, Antonio Carrizo es un maestro. Llamas también. Con ellos consulto algunas decisiones.
-Analizá la AM.
-Está más desestructurada. Lo que me disgusta es que por una necesidad comercial se está poblando de gente de la televisión. Y el micrófono de radio hay que cuidarlo.
-¿En qué sentido?
-Son otros tiempos. El que hizo radio puede pasar a la tele, al revés es más difícil. Este medio es como el teatro, la respuesta del público es inmediata. Y no perdona.
Por Gustavo Masutti
viernes, 27 de febrero de 2009
30 años en el micrófono de Rivadavia
José Miranda Lugano, 30 años en el micrófono de Rivadavia
José Miranda Lugano tiene 55 años. Se recibió de locutor en 1970 y lleva 36 años de ejercicio de la profesión. Empezó trabajando en Radio del Pueblo y Argentina, entre otras, en 1975 ingresó en Radio Rivadavia donde, luego de desempeñarse como locutor comercial en el ciclo "Carburando", en 1976, comenzó a trabajar en "El rotativo del aire", donde continúa hasta hoy en el segmento de 6 a 12 del mediodía. Tiene activa participación en el programa de Enrique Llamas de Madariaga y Denise Pessana y luego, junto con Alejandra Aristizabal, lee los informativos, donde pone de manifiesto ese timbre de voz tan particular que algunos comparan con la del maestro Faustino García, profesional del que mucho aprendió.
-Transitó un largo camino ¿cuándo se despertó esa vocación?
- A los diez años mis compañeros me decían que tenia capacidades para hacer una profesión como medicina, pero yo ya sabía que iba a ser locutor. Yo vivía en el campo. Escuchábamos la radio a batería todo el día, especialmente a Muñoz y a Cacho Fontana y programas como "Los Pérez García" o "El Glostora Tango Club".
-¿Cómo se arma un informativo en una radio tan popular?
-Utilizamos todas las agencias que nos proveen información, se está muy atento a los corresponsales y a los tres o cuatro móviles que diariamente andan por la ciudad buscando noticias. Actualmente hacemos abundante uso de Internet para actualizarnos permanentemente con la prensa internacional. Esto no tiene nada que ver a cuando entré a trabajar, cuando solamente tenía como recurso los teletipos y los móviles.
-¿Cuál es el criterio para armar "El rotativo del aire"?
- "El rotativo del aire" es una marca. Hay mucha libertad para poner las noticias, pero habitualmente se eligen las tres o cuatro noticias nacionales más importantes y alguna internacional, si valen la pena. Buscamos no caer en el sensacionalismo de dar mucha importancia a hechos de sangre.
-¿Qué es lo trascendente para leer un informativo?
-El tono, la dicción, el entender lo que se está leyendo y sobre todo tener en cuenta de lo que se está hablando y saber de qué informamos, conocer los lugares, conocer el país. Yo por suerte tuve la posibilidad de conocer la Argentina de punta a punta en auto y la verdad que es importantísimo para nuestro trabajo.
-¿Con quiénes le tocó dar información en sus programas?
-Con casi todos de la época de oro. Cuando llegué estaba terminando Fontana y era el comienzo de Héctor Larrea. En el informativo, me inicié con un maestro: Mario Monteverde. En aquel tiempo no había computadora, sino que se escribían a máquina los boletines, y Mario, diez minutos antes de salir al aire, chequeaba el boletín, y si no le gustaba lo tiraba y te decía que no servía y que fueras a hacer otro, pero lo importante era que te explicaba puntualmente por qué no servía. Después me encontré realizando el suplemento de la medianoche, Y así continué trabajando con Larrea, Antonio Carrizo, Orlando Marconi, Silvio Soldán, Fernando Bravo y Julio Lagos, por sólo nombrar algunos.
-¿La información tuvo gran protagonismo en la programación?
-Sí, sin duda. Yo hacia "Rapidísimo" y "La vida y el tango". Lo que más cambiaban eran los ciclos de la tarde. Carrizo normalmente iba de 12 a 15. y de ahí para delante estuvieron Marconi, Soldán, Bravo y un año también Gerardo Sofovich, todos dejaron sus enseñanzas. Con Antonio Carrizo hacíamos las notas en el período de la interna entre Menem y Cafiero. Antonio es un tipo sensacional, lo único importante es no discutir con él, porque siempre gana, pero como persona y compañero es un tierno. Sin duda otro gran maestro fue Santo Biasatti y su escuchado espacio periodístico "Contacto directo". Me gustaría rescatar también un ciclo que conduje desde el 85 hasta el 91, de 5 a 7 de la mañana, denominado "Periodismo con todos" que durante esos años marcó primero en audiencia.
-¿La edición de notas la realizan ustedes?
-Ese trabajo lo realizan los productores. Pero muchas veces tenemos el informativo armado y surge un acontecimiento de último momento que te hace tirar el informativo y cambiar todo. Lo bueno es que acá nunca se han grabado los informativos, a lo mejor salen con defectos, pero siempre en vivo. Así se trabaja en Rivadavia, con pasión y adrenalina y en no pocas ocasiones corriendo por el pasillo para poder dar el flash de último momento.
-Hay un costado humano muy importante.
-Sí y creo que ése es el motivo por el cual Rivadavia entró en la gente y en cada hogar de esa manera. Ese es el secreto todavía: si uno va más allá de las mediciones y recorre alguna provincia del interior, la gente sigue escuchando y eligiendo Rivadavia.
-¿Cuál fue su función en "La oral deportiva"?
-Yo hubiese dado mi vida por entrar en la radio y relatar fútbol, porque me apasionaba. En 1976 empecé a relatar LA NACIONal B en Radio del Pueblo, junto a Alejandro Apo y con gente que sigue en esa disciplina deportiva. En el año 82, cuando José María Muñoz se fue con todo su equipo a España por el Mundial, me dejó a cargo de los partidos en Buenos Aires y relaté dos encuentros de San Lorenzo en los que perdió y los hinchas me querían matar, y otro de Quilmes, fueron tres en total. Pero yo me había desvinculado del fútbol. Cuando vino a la radio Cherquis Bialo quería a toda costa que volviera al fútbol, pero para mí ya había pasado el momento.
-¿Qué aprendió de su trabajo con Faustino García?
-Trabajé varios años con él, a quien le decían "la voz de platino". Incluso leímos panoramas juntos. Tenía una manera de decir las cosas que a uno le gustaría parecerse y generaba real interés por cualquier tipo de información que contaba al aire.
-Ingresó en Rivadavia en los años en que ésta era "Parlante nacional".
-Sí, es verdad, a Rivadavia uno la soñó así, tiene un duende que te atrapa y hasta los que se fueron de aquí, más allá que la radio esté primera o tercera y figure o no en las mediciones, quieren volver. Yo creo que la magia radica en que el oyente siente que estás dirigiéndote a él, como si fuera un amigo que tenemos al lado. Yo siempre digo que vengo a la radio a trabajar porque me divierto, el día que esto no me suceda más, me jubilaré o me dedicaré a otra cosa.
-¿La profesión, qué satisfacciones le brindó?
-Me permitió conocer otros lugares y tener experiencias que uno guarda en la memoria. Por ejemplo la primera visita de Alfonsín a Galicia y ver el cariño del pueblo hacia la Argentina. Además la posibilidad de observar alguna cosa que pudo resultar inconveniente, como cuando llegué a Roma y al observar el caos en el tránsito, dije que podíamos entender de dónde provenía el desorden de los argentinos, con lo cual desde acá me pidieron que no opine eso por la numerosa comunidad italiana que había en el país y que se podía molestar. Me gusta consignar una anécdota que vivo a diario y que tiene que ver con mi permanencia de 30 años en Radio Rivadavia. En cualquier lugar, cuando digo mi apellido nunca falta alguien que diga: "Yo conocí a su padre, una voz muy reconocible de Radio Rivadavia", sin saber que se está refiriendo a mí. Una de las satisfacciones que me brinda la fidelidad a esta emisora.
Por Alicia Petti
José Miranda Lugano tiene 55 años. Se recibió de locutor en 1970 y lleva 36 años de ejercicio de la profesión. Empezó trabajando en Radio del Pueblo y Argentina, entre otras, en 1975 ingresó en Radio Rivadavia donde, luego de desempeñarse como locutor comercial en el ciclo "Carburando", en 1976, comenzó a trabajar en "El rotativo del aire", donde continúa hasta hoy en el segmento de 6 a 12 del mediodía. Tiene activa participación en el programa de Enrique Llamas de Madariaga y Denise Pessana y luego, junto con Alejandra Aristizabal, lee los informativos, donde pone de manifiesto ese timbre de voz tan particular que algunos comparan con la del maestro Faustino García, profesional del que mucho aprendió.
-Transitó un largo camino ¿cuándo se despertó esa vocación?
- A los diez años mis compañeros me decían que tenia capacidades para hacer una profesión como medicina, pero yo ya sabía que iba a ser locutor. Yo vivía en el campo. Escuchábamos la radio a batería todo el día, especialmente a Muñoz y a Cacho Fontana y programas como "Los Pérez García" o "El Glostora Tango Club".
-¿Cómo se arma un informativo en una radio tan popular?
-Utilizamos todas las agencias que nos proveen información, se está muy atento a los corresponsales y a los tres o cuatro móviles que diariamente andan por la ciudad buscando noticias. Actualmente hacemos abundante uso de Internet para actualizarnos permanentemente con la prensa internacional. Esto no tiene nada que ver a cuando entré a trabajar, cuando solamente tenía como recurso los teletipos y los móviles.
-¿Cuál es el criterio para armar "El rotativo del aire"?
- "El rotativo del aire" es una marca. Hay mucha libertad para poner las noticias, pero habitualmente se eligen las tres o cuatro noticias nacionales más importantes y alguna internacional, si valen la pena. Buscamos no caer en el sensacionalismo de dar mucha importancia a hechos de sangre.
-¿Qué es lo trascendente para leer un informativo?
-El tono, la dicción, el entender lo que se está leyendo y sobre todo tener en cuenta de lo que se está hablando y saber de qué informamos, conocer los lugares, conocer el país. Yo por suerte tuve la posibilidad de conocer la Argentina de punta a punta en auto y la verdad que es importantísimo para nuestro trabajo.
-¿Con quiénes le tocó dar información en sus programas?
-Con casi todos de la época de oro. Cuando llegué estaba terminando Fontana y era el comienzo de Héctor Larrea. En el informativo, me inicié con un maestro: Mario Monteverde. En aquel tiempo no había computadora, sino que se escribían a máquina los boletines, y Mario, diez minutos antes de salir al aire, chequeaba el boletín, y si no le gustaba lo tiraba y te decía que no servía y que fueras a hacer otro, pero lo importante era que te explicaba puntualmente por qué no servía. Después me encontré realizando el suplemento de la medianoche, Y así continué trabajando con Larrea, Antonio Carrizo, Orlando Marconi, Silvio Soldán, Fernando Bravo y Julio Lagos, por sólo nombrar algunos.
-¿La información tuvo gran protagonismo en la programación?
-Sí, sin duda. Yo hacia "Rapidísimo" y "La vida y el tango". Lo que más cambiaban eran los ciclos de la tarde. Carrizo normalmente iba de 12 a 15. y de ahí para delante estuvieron Marconi, Soldán, Bravo y un año también Gerardo Sofovich, todos dejaron sus enseñanzas. Con Antonio Carrizo hacíamos las notas en el período de la interna entre Menem y Cafiero. Antonio es un tipo sensacional, lo único importante es no discutir con él, porque siempre gana, pero como persona y compañero es un tierno. Sin duda otro gran maestro fue Santo Biasatti y su escuchado espacio periodístico "Contacto directo". Me gustaría rescatar también un ciclo que conduje desde el 85 hasta el 91, de 5 a 7 de la mañana, denominado "Periodismo con todos" que durante esos años marcó primero en audiencia.
-¿La edición de notas la realizan ustedes?
-Ese trabajo lo realizan los productores. Pero muchas veces tenemos el informativo armado y surge un acontecimiento de último momento que te hace tirar el informativo y cambiar todo. Lo bueno es que acá nunca se han grabado los informativos, a lo mejor salen con defectos, pero siempre en vivo. Así se trabaja en Rivadavia, con pasión y adrenalina y en no pocas ocasiones corriendo por el pasillo para poder dar el flash de último momento.
-Hay un costado humano muy importante.
-Sí y creo que ése es el motivo por el cual Rivadavia entró en la gente y en cada hogar de esa manera. Ese es el secreto todavía: si uno va más allá de las mediciones y recorre alguna provincia del interior, la gente sigue escuchando y eligiendo Rivadavia.
-¿Cuál fue su función en "La oral deportiva"?
-Yo hubiese dado mi vida por entrar en la radio y relatar fútbol, porque me apasionaba. En 1976 empecé a relatar LA NACIONal B en Radio del Pueblo, junto a Alejandro Apo y con gente que sigue en esa disciplina deportiva. En el año 82, cuando José María Muñoz se fue con todo su equipo a España por el Mundial, me dejó a cargo de los partidos en Buenos Aires y relaté dos encuentros de San Lorenzo en los que perdió y los hinchas me querían matar, y otro de Quilmes, fueron tres en total. Pero yo me había desvinculado del fútbol. Cuando vino a la radio Cherquis Bialo quería a toda costa que volviera al fútbol, pero para mí ya había pasado el momento.
-¿Qué aprendió de su trabajo con Faustino García?
-Trabajé varios años con él, a quien le decían "la voz de platino". Incluso leímos panoramas juntos. Tenía una manera de decir las cosas que a uno le gustaría parecerse y generaba real interés por cualquier tipo de información que contaba al aire.
-Ingresó en Rivadavia en los años en que ésta era "Parlante nacional".
-Sí, es verdad, a Rivadavia uno la soñó así, tiene un duende que te atrapa y hasta los que se fueron de aquí, más allá que la radio esté primera o tercera y figure o no en las mediciones, quieren volver. Yo creo que la magia radica en que el oyente siente que estás dirigiéndote a él, como si fuera un amigo que tenemos al lado. Yo siempre digo que vengo a la radio a trabajar porque me divierto, el día que esto no me suceda más, me jubilaré o me dedicaré a otra cosa.
-¿La profesión, qué satisfacciones le brindó?
-Me permitió conocer otros lugares y tener experiencias que uno guarda en la memoria. Por ejemplo la primera visita de Alfonsín a Galicia y ver el cariño del pueblo hacia la Argentina. Además la posibilidad de observar alguna cosa que pudo resultar inconveniente, como cuando llegué a Roma y al observar el caos en el tránsito, dije que podíamos entender de dónde provenía el desorden de los argentinos, con lo cual desde acá me pidieron que no opine eso por la numerosa comunidad italiana que había en el país y que se podía molestar. Me gusta consignar una anécdota que vivo a diario y que tiene que ver con mi permanencia de 30 años en Radio Rivadavia. En cualquier lugar, cuando digo mi apellido nunca falta alguien que diga: "Yo conocí a su padre, una voz muy reconocible de Radio Rivadavia", sin saber que se está refiriendo a mí. Una de las satisfacciones que me brinda la fidelidad a esta emisora.
Por Alicia Petti
jueves, 19 de febrero de 2009
martes, 17 de febrero de 2009
LS5 HISTORIA

Fue fundada por la casa Muebles Díaz, propiedad de Rafael Díaz, con el nombre de L.O.K. Radio Muebles Díaz. Al año siguiente el gobierno nacional (presidente Hipólito Yrigoyen) se hizo cargo de la radio adoptando el nombre de LS5 Estación Rivadavia. En 1934 adoptó el nombre definitivo de LS5 Radio Rivadavia a raíz de una disposición general del gobierno.
En 1933 la radio puso en el aire uno de los programas más exitosos y duraderos de la radiofonía argentina: "La Oral Deportiva", dedicado al fútbol y conducido por Edmundo Campagnale y Eduardo "Lalo" Pelicciari, que dominaron el periodismo deportivo de la época.
Por la misma época la radio obtuvo un resonante éxito transmitiendo el radioteatro diario Sandokán, el tigre de la Malasia sobre el libro de Emilio Salgari.
El 24 de abril de 1958 siete días antes de entregar el poder al gobierno democrático de Arturo Frondizi, la dictadura militar llamada Revolución Libertadora privatizó la radio entregándola a la empresa Radio Emisora Cultural S.A., propiedad de Minera Aluminé y Banco Buenos Aires.[1]
En 1958 se inició el programa El rotativo del aire, estableciendo un nuevo sistema de cobertura periodística propia y permanente con corresponsales externos y locales. El programa sigue aún en el aire. Casualmente, el mismo año murió Edmundo Campagnale, la voz de identificación de Radio Rivadavia. Fue sustituído entonces en la Oral Deportiva por el relator deportivo José María Muñoz, el Gordo Muñoz, quien se convertiría en el periodista más premiado de la radiofonía argentina y director indiscutido de la radio. Muñoz sería acompañado en los comentarios deportivos por Enzo Ardigó, otro destacado periodista. Pocos años después se sumó a la radio como locutor comercial Jorge Cacho Fontana, que se convertiría en uno de los locutores más destacados de la historia del país y que luego conduciría el exitoso Fontana Show.
En 1959 la radio fue la primera del país en transmitir 24 horas con una programación propia. Debido a ello adoptó como logotipo un gallo y una lechuza, para simbolizar el día y la noche.
Luego de la muerte de José María Muñoz, su lugar fue ocupado por Horacio García Blanco y por Ernesto Cherquis Bialo. Actualmente, Enrique Sacco y su equipo son los responsables de llevar adelante "La Oral Deportiva".
Otros importantes locutores que se desempeñaron extensamente en radio Rivadavia fueron Alberto Almada, Alfredo Garrido y Juan Alberto Badía.
Entre 1964 y 1981 la radio transmitió de 6 a 8 de la mañana, El Club de Barbas, conducido por Rubén Aldao, el programa se emitía de lunes a sábados de 6 a 8 de la mañana, que hizo famoso su lema «sin ustedes ahí, nosotros aquí…¿para qué?». Este programa obtuvo el mayor pico de audiencia de la historia de la radiofonía argentina.
En la misma época Isidoro González Longhi y Andrés Rouco comenzarían un programa de automovilismo que se volvería famoso y que llamaron Carburando, aún en el aire, y en televisión desde 1990.[2] En 1969 se sumó al equipo Eduardo González Rouco, hijo y sobrino de los conductores. En Radio Rivadavia el programa fue continuado por Campeones.
En 1966 el animador y locutor Antonio Carrizo inició otro histórico programa, La vida y el canto que se mantuvo dos décadas en el aire. En este programa Carrizo entrevistó varias veces a Jorge Luis Borges, textos que luego originarían el libro Borges, el memorioso.
En 1975 Héctor Larrea comenzó su programa Rapidísimo, destinado a establecer un estandard para los programas radiales de la mañana. En ese programa actuaron profesionales que luego tendrían destacada actuación en la radio y televisión nacional: Mario Sánchez, Luis Landriscina, Mario Sapag, Tincho Zabala, Luis Pedro Tony, la conocida cantante de tangos Beba Vidart, Lía Salgado, Mónica Gutiérrez, María Laura Santillán, entre otros.
A finales de la década del setenta cuando promediaba la dictadura militar llamada Proceso de Reorganización Nacional, varias mujeres comenzaron a tener un papel destacado en la conducción de los programas: Magdalena Ruiz Guiñazú, Luisa Valmagia, Mónica Gutiérrez, Lía Salgado y María Laura Santillán.
En 1971 habían comenzado las transmisiones en frecuencia modulada, por el 103.1 del dial, pero se afianzó en la segunda mitad de la década. Allí se destacó el programa Piedra Libre de Juan Alberto Badía. La transmisora de FM cambiaría su nombre primero a FM Inolvidable, luego FM Viva y luego Radio Uno (1993).
HECTOR LARREA
HECTOR LARREA
"En radio la realidad la inventás vos"
El conductor que arrancó a fines de los '60 con "Rapidísimo"en Rivadavia, y hoy está al frente de "Una vuelta nacional", cuenta cómo el medio le permitió sobrellevar la realidad. Y habla de un estilo que hizo escuela.
Aquí y ahora Hector Larrea, en Radio Nacional, sigue divirtiendo por las tardes, con su fórmula imbatible: humor, ficción y música en vivo.
Gabriela Saidon
gsaidon@clarin.com
Los otros conductores de radio lo nombran como referente.
¡Están fumando mal! (risas)
¿Pero reconoce que hizo escuela?
Mirá, la memoria a veces es muy generosa. "«íbamos a la escuela —me dicen— y te escuchábamos". Hay un recuerdo cálido para la mamá o la abuela y se idealiza el tipo que acompañaba ese caminito a la escuela. Yo vine a ligar de rebote ese recuerdo entrañable. Eso es lo que ellos pueden considerar como referente, pero todos los tipos que han tenido éxito sustancial lo han tenido porque son creativos. Lo que pasa es que no tenían otra cosa. Pobres.
¿Falsa modestia? Así se presenta ante Clarín Héctor Larrea, nacido en Bragado el 30 de octubre de 1938, 67 años, más de treinta en el aire con Rapidísimo, la mayoría del tiempo en las mañanas de Radio Rivadavia, y ahora en Una vuelta nacional, de 14 a 17 por Radio Nacional, con los hermanos Alejandro y Adrián Korol, Romina Calderaro y Néstor Restivo.
Desde la cabecera de una larga mesa en una sala de la radio en la que desembarcó hace dos años, se dispone a hablar en serio: "Lo único que tengo como referencia de este delirio es algo que me dijo Ari Paluch. Que yo había dicho, en una nota, lo que aplicaba al programa: que todo tenía que ser rapidísimo y breve. Porque si a la gente no le gustaba lo que estaba en el aire, sabía que era corto y que enseguida venía otra cosa que le podía gustar. Algo que se calificó como 'radio vértigo', y es probable que para la época lo haya sido, arrancando en el '69. Dándole prevalencia al humor, la música, y mucha ficción. Eso tenía que ver con el por qué estar en el aire, y por qué yo quería meterme en eso. Es una larga historia... Por otra parte, es lo único que he hecho en radio, y que tuvo su 'década de gloria' en los '80".
¿Cuál es esa larga historia?
De este asunto es la primera vez que voy a hablar porque es muy íntimo, es muy personal. Y es la única cosa íntima y personal que voy a decir, si vos me permitís. La radio me atraía mucho porque inventaba realidades, mundos diferentes. Como para mí la realidad era, y es en gran medida, insoportable, yo escuchaba la radio. Tendría cinco años y mi entretenimiento era estar un ratito en cada radio. Esa magia no la podía entender. Y ponía onda corta y entraban tipos hablando en otro idioma. En la radio, lo que vos imaginás, lo podés tener. En la medida que tengas —después me di cuenta— las bases profesionales para hacerlo. A partir de un guión — lo que Mario Pergolini llamaba "los pasos de comedia de Rapidísimo"— podías lograr un mundo de ficción, como el que lográbamos con Don Verídico, el personaje de Luis Landriscina, sobre libro del uruguayo Julio César Castro. O los libretos de Mario Sánchez, que llegó a tener 70 personajes. O Porcel, que hacía un mozo. Y más cerca, entre el 80 y el 96, el Doctor Pueyrredón Arenales, un personaje de la high society que se reía de los poderosos muy sutilmente. Eso y la música eran los dos elementos fundamentales del programa. Yo nunca fui periodista ni sé nada, entonces trabajamos con gente que sabía el oficio. Tuvimos un imitador con el que pudimos sortear toda la época difícil de la dictadura buscando muy sutilmente cosas que parecieran inocentes. Los autores, yo no. Ellos tenían la habilidad. Y otra cosa que a mí me gustó siempre es tener un equipo de gente.
Ahora, a la distancia, ¿qué puede decir de su ida de Rivadavia?
Rapidísimo empezó en el 67 en El Mundo, fue dos años a Continental, después a Rivadavia, donde estuvo hasta el 2000. Se me había hecho duro trabajar en una radio regida por el marketing. Querían que toda la mañana fuera periodística y yo no se los podía dar.
El periodismo lo fue corriendo.
Pareciera. Entonces, me dijeron ¿no querés la tarde? Yo tuve una experiencia en la tarde, cuando fui a Rivadavia. Y me sentía muy bien porque era un ritmo un poco más quieto y me daba la oportunidad de llevar artistas en vivo.
¿Le gustaría hacer un programa sólo musical?
No creo. Porque yo necesito el desparpajo de una patota trabajando con humor. Soy muy amigo de mis compañeros. Y la pasamos bien. Sigue siendo la radio un lugar donde la realidad la inventás vos. Cualquiera puede decir: ¿pero este tipo vive al margen de la vida? Un poco sí. Después soy un padre y abuelo común y corriente.
El padre y abuelo "común y corriente" tiene dos hijas con su mujer, Ely (de "casi" toda la vida: antes estuvo Leonor Ferrara, a quien conoció cuando estudiaba locución en el Iser, se casó a los 24 y se separó siete años después). La mayor, María Florencia (34) tiene un bebé de 10 meses, Juan Ignacio. La menor, María Laura (31) tiene a Nicolás, de 19 meses, y vive en Noruega con su marido ("Los sienta a los papás y hace todas las gracias que aprendió para que lo aplaudan. En definitiva, creo que es lo que hacemos todos. Hacemos muchas cosas para que nos quieran. Tal vez yo también", reflexiona el abuelo Larrea).
¿Por qué insiste tanto en lo que le costó la realidad?
Yo tuve una realidad de miércoles porque mi padre murió cuando tenía nueve años, de una espantosa hemiplejia. Y en mi casa se vino una ola de desolación terrible. Yo no había visto sonreír a mi madre en tres meses ni una vez. Entonces le dije: "Mamá, ¿podemos prender la radio? Ya hace más de tres meses que murió papá". Entonces sintoniza radio El Mundo y había una audición con extraordinarios actores cómicos, que auspiciaba Olavina, un aceite. De pronto, me doy vuelta y mi mamá estaba riendo. Entonces yo dije —debo haber dicho... yo sé que me puse muy contento, pero debo de haber razonado—: "Ah, ven que esto hace milagros. Es como yo digo, yo quiero estar ahí porque ahí voy a poder fabricar cosas". Pensamos lo mismo con mi productor, Jorge Marchetti, también guionista, y está para ordenarme un poco las cosas. El aire yo lo manejo. Ahí soy una persona segura, sin miedos. Los viernes, Marchetti, cuando nos vamos, me dice: 'Bueno, ahora viene la realidad real'.
Prefiere la radio a la televisión.
Sí, sí, porque la televisión permitía crear poco. A mí me revolearon y caí en la televisión (Norteamérica canta). Y trabajé ocho años seguidos de entrada. Porque no se podía parar en el Canal 13.
Arrancó en el 13 antes de hacer radio.
Es más, yo pude hacer radio porque era conocido en televisión. En dos años fue impresionante la popularidad que tuve. Eso crea un poder. Entonces ya sos diferente, no sos el mismo tipo que había ido con una propuesta dos años antes. Ese no tenía ningún valor. Al tipo que veían en El mundo del Espectáculo o Humor redondo..., lo veían diferente. ¿Cuál es la diferencia? Que te resulta muy difícil ir de compras porque todo el mundo se acerca, todo el mundo sabe cómo te llamás. Después se van acordando de vos, pero el otro día yo escuchaba cómo, en un bazar, tres chicos estaban tratando de averiguar cómo me llamaba. Me conocían pero era medio remoto. Cuando me fui de la televisión, me sentí muy relajado por no tener que maquillarme. Y engordé (risas).
La realidad, esa que le costó y le cuesta tanto, no sólo hizo que Larrea perdiera de chico a su padre. A su hermano diez años mayor qué él lo mataron en setiembre de 1973, a los 47, cuando manejaba una agencia de seguridad. "Afectó intereses medio jorobados y lo liquidaron", dice. Tampoco la salud lo acompaña: a su hipertensión se sumaron unos pólipos en el colon que lo obligaron a operarse y hacer quimioterapia, a lo que se negó en la última oportunidad ("no conozco a nadie que se haya salvado por la quimioterapia", asegura convencido). También su mujer, Ely, fue tratada por un cáncer de mamas. Este año, Larrea fue operado de meniscos y luego tropezó y se quebró un pie, a lo que se sumó un problema en un ojo. "Vino mal el inicio del 2006. Eso indica que voy a terminar bien", dice.
¿La radio le sirvió para curarse de la melancolía?
Yo me siento bien cuando estoy acá, cuando trabajo. O cuando escucho música en mi casa. La música cada vez se ha ido metiendo más en mi vida. Me resulta curativa. Y he ido adquiriendo conocimientos. A mí empezó a gustarme mucho la música clásica hará unos treinta años. Como me gusta el jazz. En mi casa, mi lugar predilecto es la discoteca.
¿Y alguna vez tocó algún instrumento?
Nunca pude. Es una gran frustración. Mi padre y mi madre me mandaron a estudiar piano y no aprendí nada. Por eso lo digo, y lo digo al aire: si es cierto que hay otras vidas, quiero saber dónde se presenta la solicitud, porque yo quiero ser músico en la otra vida.
¿Escucha radio?
Sí, Mitre tiene un hermoso programa, que hacen Carlitos Ulanovsky, Mariel Dilenarda y Osvaldo Principi (La radio en blanco y negro). Y los sábados escucho, Lado M (conduce Mariano del Mazo), una maravilla de buena música. Me atrae poco la televisión. La radio es una compañía extraordinaria. Por eso me duermo siempre a las 2 de la mañana, cuando termina Dolina.
La opinión sobre los otros conductores
El día que Larrea conoció a Perón
Juan Domingo Perón
"Me lo presentó Guillermo Brizuela Méndez. En la última presidencia de Perón hubo un acto en el Obelisco y la Sociedad Argentina de Locutores citó algunos para anunciar un show. Se decía que iba a ir Perón. De joven yo había sido muy peronista. Sobre todo evitista. Nunca me imaginé conocer a Perón, pero ocurrió que abajo del Obelisco habían armado un buffet froid para los artistas y los tipos que colaborábamos. De pronto hay un movimiento, unos tipos que entran, y llega Perón, lo ve al negro Brizuela Méndez y lo abraza. ''¡Cómo le va, qué dice!'', con mucha efusividad. ''¿Qué dice General? ¡Qué pinta tenemos los dos, eh! Le presento al colega, el amigo Larrea''. ''Ah. El de la mesa redonda del humor''. Enseguida apareció una persona que dijo: ''Humor Redondo, General''. ''Ah, sí, sí. Me río mucho''. Después nos invitaron a la quinta de Olivos y también pude charlar con Perón... a pesar de que soy muy tímido. ¡Pero era Perón! Vos podés ser tímido pero no estúpido. Una figura histórica de ese peso, más allá de que se coincida o no con él...".
Raúl Alfonsín
"Era el aniversario de Editorial Atlántida. De pronto llega Alfonsín con la comitiva. Y yo, no sé cómo, aparezco por una puerta lateral. Entonces me ve (yo ya lo conocía de Radio Rivadavia), y me habla al oído. Todos querían saber qué me había dicho Alfonsín. Y yo decía: ''Son cosas muy importantes, no las puedo develar''. El tipo me había preguntado: ''¿Cómo hace para estar tan flaco?''. Y le digo: ''Un candado en la boca''. Cuando dejó de ser presidente, tuvo un programa en Rivadavia, Memorias de un ex presidente. Yo cada vez que lo veía, le decía: ''Guarda, presidente, el laburo de animador es nuestro''. ''¡Ah, tiene miedo! ¿Vio que le estoy gustando a la gente? ¡lástima que sea después de que me echaron!''".
Carlos Menem
"Lo conocí porque ni bien asumió nos invitaron a desayunar con él a varios comunicadores: estaban Julito Lagos, Andrés Percivale y otros. Menem era muy llegador porque le gustaba el tango. Siempre decía: ''Hetítor, pasame Pasional por Pugliese. Personaje interesante...''"
"En radio la realidad la inventás vos"
El conductor que arrancó a fines de los '60 con "Rapidísimo"en Rivadavia, y hoy está al frente de "Una vuelta nacional", cuenta cómo el medio le permitió sobrellevar la realidad. Y habla de un estilo que hizo escuela.
Aquí y ahora Hector Larrea, en Radio Nacional, sigue divirtiendo por las tardes, con su fórmula imbatible: humor, ficción y música en vivo.
Gabriela Saidon
gsaidon@clarin.com
Los otros conductores de radio lo nombran como referente.
¡Están fumando mal! (risas)
¿Pero reconoce que hizo escuela?
Mirá, la memoria a veces es muy generosa. "«íbamos a la escuela —me dicen— y te escuchábamos". Hay un recuerdo cálido para la mamá o la abuela y se idealiza el tipo que acompañaba ese caminito a la escuela. Yo vine a ligar de rebote ese recuerdo entrañable. Eso es lo que ellos pueden considerar como referente, pero todos los tipos que han tenido éxito sustancial lo han tenido porque son creativos. Lo que pasa es que no tenían otra cosa. Pobres.
¿Falsa modestia? Así se presenta ante Clarín Héctor Larrea, nacido en Bragado el 30 de octubre de 1938, 67 años, más de treinta en el aire con Rapidísimo, la mayoría del tiempo en las mañanas de Radio Rivadavia, y ahora en Una vuelta nacional, de 14 a 17 por Radio Nacional, con los hermanos Alejandro y Adrián Korol, Romina Calderaro y Néstor Restivo.
Desde la cabecera de una larga mesa en una sala de la radio en la que desembarcó hace dos años, se dispone a hablar en serio: "Lo único que tengo como referencia de este delirio es algo que me dijo Ari Paluch. Que yo había dicho, en una nota, lo que aplicaba al programa: que todo tenía que ser rapidísimo y breve. Porque si a la gente no le gustaba lo que estaba en el aire, sabía que era corto y que enseguida venía otra cosa que le podía gustar. Algo que se calificó como 'radio vértigo', y es probable que para la época lo haya sido, arrancando en el '69. Dándole prevalencia al humor, la música, y mucha ficción. Eso tenía que ver con el por qué estar en el aire, y por qué yo quería meterme en eso. Es una larga historia... Por otra parte, es lo único que he hecho en radio, y que tuvo su 'década de gloria' en los '80".
¿Cuál es esa larga historia?
De este asunto es la primera vez que voy a hablar porque es muy íntimo, es muy personal. Y es la única cosa íntima y personal que voy a decir, si vos me permitís. La radio me atraía mucho porque inventaba realidades, mundos diferentes. Como para mí la realidad era, y es en gran medida, insoportable, yo escuchaba la radio. Tendría cinco años y mi entretenimiento era estar un ratito en cada radio. Esa magia no la podía entender. Y ponía onda corta y entraban tipos hablando en otro idioma. En la radio, lo que vos imaginás, lo podés tener. En la medida que tengas —después me di cuenta— las bases profesionales para hacerlo. A partir de un guión — lo que Mario Pergolini llamaba "los pasos de comedia de Rapidísimo"— podías lograr un mundo de ficción, como el que lográbamos con Don Verídico, el personaje de Luis Landriscina, sobre libro del uruguayo Julio César Castro. O los libretos de Mario Sánchez, que llegó a tener 70 personajes. O Porcel, que hacía un mozo. Y más cerca, entre el 80 y el 96, el Doctor Pueyrredón Arenales, un personaje de la high society que se reía de los poderosos muy sutilmente. Eso y la música eran los dos elementos fundamentales del programa. Yo nunca fui periodista ni sé nada, entonces trabajamos con gente que sabía el oficio. Tuvimos un imitador con el que pudimos sortear toda la época difícil de la dictadura buscando muy sutilmente cosas que parecieran inocentes. Los autores, yo no. Ellos tenían la habilidad. Y otra cosa que a mí me gustó siempre es tener un equipo de gente.
Ahora, a la distancia, ¿qué puede decir de su ida de Rivadavia?
Rapidísimo empezó en el 67 en El Mundo, fue dos años a Continental, después a Rivadavia, donde estuvo hasta el 2000. Se me había hecho duro trabajar en una radio regida por el marketing. Querían que toda la mañana fuera periodística y yo no se los podía dar.
El periodismo lo fue corriendo.
Pareciera. Entonces, me dijeron ¿no querés la tarde? Yo tuve una experiencia en la tarde, cuando fui a Rivadavia. Y me sentía muy bien porque era un ritmo un poco más quieto y me daba la oportunidad de llevar artistas en vivo.
¿Le gustaría hacer un programa sólo musical?
No creo. Porque yo necesito el desparpajo de una patota trabajando con humor. Soy muy amigo de mis compañeros. Y la pasamos bien. Sigue siendo la radio un lugar donde la realidad la inventás vos. Cualquiera puede decir: ¿pero este tipo vive al margen de la vida? Un poco sí. Después soy un padre y abuelo común y corriente.
El padre y abuelo "común y corriente" tiene dos hijas con su mujer, Ely (de "casi" toda la vida: antes estuvo Leonor Ferrara, a quien conoció cuando estudiaba locución en el Iser, se casó a los 24 y se separó siete años después). La mayor, María Florencia (34) tiene un bebé de 10 meses, Juan Ignacio. La menor, María Laura (31) tiene a Nicolás, de 19 meses, y vive en Noruega con su marido ("Los sienta a los papás y hace todas las gracias que aprendió para que lo aplaudan. En definitiva, creo que es lo que hacemos todos. Hacemos muchas cosas para que nos quieran. Tal vez yo también", reflexiona el abuelo Larrea).
¿Por qué insiste tanto en lo que le costó la realidad?
Yo tuve una realidad de miércoles porque mi padre murió cuando tenía nueve años, de una espantosa hemiplejia. Y en mi casa se vino una ola de desolación terrible. Yo no había visto sonreír a mi madre en tres meses ni una vez. Entonces le dije: "Mamá, ¿podemos prender la radio? Ya hace más de tres meses que murió papá". Entonces sintoniza radio El Mundo y había una audición con extraordinarios actores cómicos, que auspiciaba Olavina, un aceite. De pronto, me doy vuelta y mi mamá estaba riendo. Entonces yo dije —debo haber dicho... yo sé que me puse muy contento, pero debo de haber razonado—: "Ah, ven que esto hace milagros. Es como yo digo, yo quiero estar ahí porque ahí voy a poder fabricar cosas". Pensamos lo mismo con mi productor, Jorge Marchetti, también guionista, y está para ordenarme un poco las cosas. El aire yo lo manejo. Ahí soy una persona segura, sin miedos. Los viernes, Marchetti, cuando nos vamos, me dice: 'Bueno, ahora viene la realidad real'.
Prefiere la radio a la televisión.
Sí, sí, porque la televisión permitía crear poco. A mí me revolearon y caí en la televisión (Norteamérica canta). Y trabajé ocho años seguidos de entrada. Porque no se podía parar en el Canal 13.
Arrancó en el 13 antes de hacer radio.
Es más, yo pude hacer radio porque era conocido en televisión. En dos años fue impresionante la popularidad que tuve. Eso crea un poder. Entonces ya sos diferente, no sos el mismo tipo que había ido con una propuesta dos años antes. Ese no tenía ningún valor. Al tipo que veían en El mundo del Espectáculo o Humor redondo..., lo veían diferente. ¿Cuál es la diferencia? Que te resulta muy difícil ir de compras porque todo el mundo se acerca, todo el mundo sabe cómo te llamás. Después se van acordando de vos, pero el otro día yo escuchaba cómo, en un bazar, tres chicos estaban tratando de averiguar cómo me llamaba. Me conocían pero era medio remoto. Cuando me fui de la televisión, me sentí muy relajado por no tener que maquillarme. Y engordé (risas).
La realidad, esa que le costó y le cuesta tanto, no sólo hizo que Larrea perdiera de chico a su padre. A su hermano diez años mayor qué él lo mataron en setiembre de 1973, a los 47, cuando manejaba una agencia de seguridad. "Afectó intereses medio jorobados y lo liquidaron", dice. Tampoco la salud lo acompaña: a su hipertensión se sumaron unos pólipos en el colon que lo obligaron a operarse y hacer quimioterapia, a lo que se negó en la última oportunidad ("no conozco a nadie que se haya salvado por la quimioterapia", asegura convencido). También su mujer, Ely, fue tratada por un cáncer de mamas. Este año, Larrea fue operado de meniscos y luego tropezó y se quebró un pie, a lo que se sumó un problema en un ojo. "Vino mal el inicio del 2006. Eso indica que voy a terminar bien", dice.
¿La radio le sirvió para curarse de la melancolía?
Yo me siento bien cuando estoy acá, cuando trabajo. O cuando escucho música en mi casa. La música cada vez se ha ido metiendo más en mi vida. Me resulta curativa. Y he ido adquiriendo conocimientos. A mí empezó a gustarme mucho la música clásica hará unos treinta años. Como me gusta el jazz. En mi casa, mi lugar predilecto es la discoteca.
¿Y alguna vez tocó algún instrumento?
Nunca pude. Es una gran frustración. Mi padre y mi madre me mandaron a estudiar piano y no aprendí nada. Por eso lo digo, y lo digo al aire: si es cierto que hay otras vidas, quiero saber dónde se presenta la solicitud, porque yo quiero ser músico en la otra vida.
¿Escucha radio?
Sí, Mitre tiene un hermoso programa, que hacen Carlitos Ulanovsky, Mariel Dilenarda y Osvaldo Principi (La radio en blanco y negro). Y los sábados escucho, Lado M (conduce Mariano del Mazo), una maravilla de buena música. Me atrae poco la televisión. La radio es una compañía extraordinaria. Por eso me duermo siempre a las 2 de la mañana, cuando termina Dolina.
La opinión sobre los otros conductores
El día que Larrea conoció a Perón
Juan Domingo Perón
"Me lo presentó Guillermo Brizuela Méndez. En la última presidencia de Perón hubo un acto en el Obelisco y la Sociedad Argentina de Locutores citó algunos para anunciar un show. Se decía que iba a ir Perón. De joven yo había sido muy peronista. Sobre todo evitista. Nunca me imaginé conocer a Perón, pero ocurrió que abajo del Obelisco habían armado un buffet froid para los artistas y los tipos que colaborábamos. De pronto hay un movimiento, unos tipos que entran, y llega Perón, lo ve al negro Brizuela Méndez y lo abraza. ''¡Cómo le va, qué dice!'', con mucha efusividad. ''¿Qué dice General? ¡Qué pinta tenemos los dos, eh! Le presento al colega, el amigo Larrea''. ''Ah. El de la mesa redonda del humor''. Enseguida apareció una persona que dijo: ''Humor Redondo, General''. ''Ah, sí, sí. Me río mucho''. Después nos invitaron a la quinta de Olivos y también pude charlar con Perón... a pesar de que soy muy tímido. ¡Pero era Perón! Vos podés ser tímido pero no estúpido. Una figura histórica de ese peso, más allá de que se coincida o no con él...".
Raúl Alfonsín
"Era el aniversario de Editorial Atlántida. De pronto llega Alfonsín con la comitiva. Y yo, no sé cómo, aparezco por una puerta lateral. Entonces me ve (yo ya lo conocía de Radio Rivadavia), y me habla al oído. Todos querían saber qué me había dicho Alfonsín. Y yo decía: ''Son cosas muy importantes, no las puedo develar''. El tipo me había preguntado: ''¿Cómo hace para estar tan flaco?''. Y le digo: ''Un candado en la boca''. Cuando dejó de ser presidente, tuvo un programa en Rivadavia, Memorias de un ex presidente. Yo cada vez que lo veía, le decía: ''Guarda, presidente, el laburo de animador es nuestro''. ''¡Ah, tiene miedo! ¿Vio que le estoy gustando a la gente? ¡lástima que sea después de que me echaron!''".
Carlos Menem
"Lo conocí porque ni bien asumió nos invitaron a desayunar con él a varios comunicadores: estaban Julito Lagos, Andrés Percivale y otros. Menem era muy llegador porque le gustaba el tango. Siempre decía: ''Hetítor, pasame Pasional por Pugliese. Personaje interesante...''"
JULIO MALAGON
Julio Malagón, gerente artístico de Radio Rivadavia, relata la historia de una emisora que, desde 1958, asentó su liderazgo de audiencia en un estilo que se estructura alrededor del deporte y la Información. La oral deportiva, con sesenta años en el aire, el histórico Rapidísimo de Héctor Larrea, La vida y el canto de Antonio Carrizo y el Fontana show son algunos de los programas más importantes de la historia de esta radio, que a continuación relata Malagón.
"Hasta 1958 todas las radios pertenecían al Estado. Ese año se privatizaron tres: Rivadavia, Radio Porteña, que es actualmente Continental, y radio Libertad, que hoy es Del Plata. El directorio formado en esa época creyó que como radiodifusores tenían que tener una programación propia durante las 24 horas. Rivadavia, antes de ser privada, vendía espacios. Y además no transmitía todo el día, sino que cerraba la transmisión a la una y volvía a las seis de la mañana.
"Por aquellos años se formó un servicio informativo a cargo de toda la producción periodística: El rotativo del aire. Desde entonces la producción pasó a ser toda de la radio. Rivadavia contrató a sus conductores y los puso al frente de programas, marcándoles la línea que tenía la emisora. José María Muñoz pasó a dirigir La oral deportiva, que ya venía funcionando. Estas dos líneas a través de los años se fueron acentuando y Rivadavia se convirtió en una radio informativa y deportiva. La oral deportiva es un programa que tiene más de cincuenta años, pero el que le dio un impulso muy fuerte fue José María Muñoz. En el año 63 comenzamos a transmitir las 24 horas." Fontana, Carrizo y Larrea
"Ya con toda la programación de producción propia, la radio empieza a tomar riesgos empresarios, comienza a hacer las primeras transmisiones de fútbol desde el exterior, desde algunos lugares de América y Europa. El liderazgo de Rivadavia se acentuó con la contratación de Cacho Fontana, que marcó un nuevo estilo artístico. A lo que ya tenía la radio en deportes e información se sumó su aporte creativo en lo que fue el famoso Fontana show. Pocos años después se contrató a Antonio Carrizo y se le dio el espacio de la tarde, y ya por el 71 o el 72 entró Héctor Larrea. Antes la radio contrataba locutores y se les marcaba la línea que tenían que tener, pero a partir de Fontana el estilo de la radio fue el de tener, desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde, conductores estrella.
"Cuando Fontana decidió abandonar su ciclo en el 73, por un problema en las cuerdas vocales, Larrea pasó a la mañana, Carrizo al mediodía y a la tarde Fernando Bravo, con mucho éxito. También estuvo Juan Carlos Mareco, y en el segmento de la mañana otro programa importante fue El club de Barba, conducido por Rubén Aldao. Después de Bravo, por las tardes, vinieron Silvio Soldán, Orlando Marconi, Julio Lagos, Gerardo Sofovich, Juan Alberto Badía."
La noche
"Por la noche hubo aciertos interesantes, como Música verdad, con Badía, que iba de 22 a 2. Creo que fue uno de sus primeros pasos. Habla también otra audición que se llamaba Una voz en el camino, producción muy clásica de la radio. La noche de Rivadavia le fue abriendo camino a otras radios, porque además en los primeros años fue la única compañía que había a esa hora en la Capital y el conurbano. Fue muy famosa."
Líder
“El punto fundamental por el que Rivadavia sigue siendo líder es que no ha cambiado su estilo, mantiene una forma de puesta al aire que se va actualizando permanentemente. Rivadavia conserva su nivel de audiencia por dos razones: Primero, porque es una emisora popular, con calor, y lo logra sin dejar la calidad de lado. La segunda razón es que no defrauda a la audiencia, y ya van 35 años de no defraudarla."
"Hace aproximadamente cinco años, cambió mucho todo lo que se refiere al medio. A las 14 radios de Capital hubo que sumarles las de frecuencia modulada y además hubo una competencia muy grande porque las emisoras pasaron a manos privadas. Sin embargo, y esto es muy curioso, Rivadavia mantiene su liderazgo. Mitre hizo un cambio muy importante en su programación y tuvo la aceptación del público. Ya en algún momento, en los últimos tres años, superó en una pequeño porcentaje a Rivadavia. Pero desde febrero de este año volvimos a estar primeros, y desde hace tres años, Del Plata sigue en el tercer puesto."
Los cambios
"De cualquier manera, sin olvidar su público y su estilo, Rivadavia cambió y quizá para el público no era un cambio que la radio podía hacer. La inclusión de Quique Pesoa fue un cambio fundamental. La gente que escuchaba Rivadavia no estaba acostumbrada al mensaje de Quique Pesoa. Con respecto a la última etapa de Carrizo, por ejemplo, fue una vuelta de página. Es un riesgo que se puede tomar porque es una actualización artística dentro de una estructura informativa y deportiva.
"Este año es el tercero de Pesoa en la radio, el segundo de Colombo, de Mochín Marafiotti, el cuarto de Enrique Llamas de Madariaga. Exceptuando el éxito de Rapidísimo, que es de siempre, la actual es una programación nueva.
"Una de las desgracias que tuvo la radio fue la muerte de José María Muñoz, que se siente. Igualmente está Juan Carlos Morales y tenemos la suerte de que en el fútbol mantenemos el liderazgo, no bajamos la audiencia a pesar de la ausencia de José María. Muñoz fue más que ninguno, hay cosas que solamente las podía decir él, Morales hizo escuela al lado suyo y ahora es el más reconocido, incluso por la competencia. Más allá de los gustos personales, es el mejor relator que existe.
"Todo lo que Rivadavia pone en el aire está pensado, está a nuestro gusto. Nosotros ponemos en el aire lo que creemos. De cualquier manera hay algo que es muy importante y es que la radio no especula económicamente. Le puede ir bien o mal, por supuesto, pero si una propuesta es buena Rivadavia se juega más allá de los réditos comerciales. Y creo que eso, en un mercado como el de hoy, es muy importante”.
Entrevista: Patricia Garabedian
"Hasta 1958 todas las radios pertenecían al Estado. Ese año se privatizaron tres: Rivadavia, Radio Porteña, que es actualmente Continental, y radio Libertad, que hoy es Del Plata. El directorio formado en esa época creyó que como radiodifusores tenían que tener una programación propia durante las 24 horas. Rivadavia, antes de ser privada, vendía espacios. Y además no transmitía todo el día, sino que cerraba la transmisión a la una y volvía a las seis de la mañana.
"Por aquellos años se formó un servicio informativo a cargo de toda la producción periodística: El rotativo del aire. Desde entonces la producción pasó a ser toda de la radio. Rivadavia contrató a sus conductores y los puso al frente de programas, marcándoles la línea que tenía la emisora. José María Muñoz pasó a dirigir La oral deportiva, que ya venía funcionando. Estas dos líneas a través de los años se fueron acentuando y Rivadavia se convirtió en una radio informativa y deportiva. La oral deportiva es un programa que tiene más de cincuenta años, pero el que le dio un impulso muy fuerte fue José María Muñoz. En el año 63 comenzamos a transmitir las 24 horas." Fontana, Carrizo y Larrea
"Ya con toda la programación de producción propia, la radio empieza a tomar riesgos empresarios, comienza a hacer las primeras transmisiones de fútbol desde el exterior, desde algunos lugares de América y Europa. El liderazgo de Rivadavia se acentuó con la contratación de Cacho Fontana, que marcó un nuevo estilo artístico. A lo que ya tenía la radio en deportes e información se sumó su aporte creativo en lo que fue el famoso Fontana show. Pocos años después se contrató a Antonio Carrizo y se le dio el espacio de la tarde, y ya por el 71 o el 72 entró Héctor Larrea. Antes la radio contrataba locutores y se les marcaba la línea que tenían que tener, pero a partir de Fontana el estilo de la radio fue el de tener, desde las 7 de la mañana hasta las 6 de la tarde, conductores estrella.
"Cuando Fontana decidió abandonar su ciclo en el 73, por un problema en las cuerdas vocales, Larrea pasó a la mañana, Carrizo al mediodía y a la tarde Fernando Bravo, con mucho éxito. También estuvo Juan Carlos Mareco, y en el segmento de la mañana otro programa importante fue El club de Barba, conducido por Rubén Aldao. Después de Bravo, por las tardes, vinieron Silvio Soldán, Orlando Marconi, Julio Lagos, Gerardo Sofovich, Juan Alberto Badía."
La noche
"Por la noche hubo aciertos interesantes, como Música verdad, con Badía, que iba de 22 a 2. Creo que fue uno de sus primeros pasos. Habla también otra audición que se llamaba Una voz en el camino, producción muy clásica de la radio. La noche de Rivadavia le fue abriendo camino a otras radios, porque además en los primeros años fue la única compañía que había a esa hora en la Capital y el conurbano. Fue muy famosa."
Líder
“El punto fundamental por el que Rivadavia sigue siendo líder es que no ha cambiado su estilo, mantiene una forma de puesta al aire que se va actualizando permanentemente. Rivadavia conserva su nivel de audiencia por dos razones: Primero, porque es una emisora popular, con calor, y lo logra sin dejar la calidad de lado. La segunda razón es que no defrauda a la audiencia, y ya van 35 años de no defraudarla."
"Hace aproximadamente cinco años, cambió mucho todo lo que se refiere al medio. A las 14 radios de Capital hubo que sumarles las de frecuencia modulada y además hubo una competencia muy grande porque las emisoras pasaron a manos privadas. Sin embargo, y esto es muy curioso, Rivadavia mantiene su liderazgo. Mitre hizo un cambio muy importante en su programación y tuvo la aceptación del público. Ya en algún momento, en los últimos tres años, superó en una pequeño porcentaje a Rivadavia. Pero desde febrero de este año volvimos a estar primeros, y desde hace tres años, Del Plata sigue en el tercer puesto."
Los cambios
"De cualquier manera, sin olvidar su público y su estilo, Rivadavia cambió y quizá para el público no era un cambio que la radio podía hacer. La inclusión de Quique Pesoa fue un cambio fundamental. La gente que escuchaba Rivadavia no estaba acostumbrada al mensaje de Quique Pesoa. Con respecto a la última etapa de Carrizo, por ejemplo, fue una vuelta de página. Es un riesgo que se puede tomar porque es una actualización artística dentro de una estructura informativa y deportiva.
"Este año es el tercero de Pesoa en la radio, el segundo de Colombo, de Mochín Marafiotti, el cuarto de Enrique Llamas de Madariaga. Exceptuando el éxito de Rapidísimo, que es de siempre, la actual es una programación nueva.
"Una de las desgracias que tuvo la radio fue la muerte de José María Muñoz, que se siente. Igualmente está Juan Carlos Morales y tenemos la suerte de que en el fútbol mantenemos el liderazgo, no bajamos la audiencia a pesar de la ausencia de José María. Muñoz fue más que ninguno, hay cosas que solamente las podía decir él, Morales hizo escuela al lado suyo y ahora es el más reconocido, incluso por la competencia. Más allá de los gustos personales, es el mejor relator que existe.
"Todo lo que Rivadavia pone en el aire está pensado, está a nuestro gusto. Nosotros ponemos en el aire lo que creemos. De cualquier manera hay algo que es muy importante y es que la radio no especula económicamente. Le puede ir bien o mal, por supuesto, pero si una propuesta es buena Rivadavia se juega más allá de los réditos comerciales. Y creo que eso, en un mercado como el de hoy, es muy importante”.
Entrevista: Patricia Garabedian
viernes, 13 de febrero de 2009
JORGE FONTANA
Un largo y angosto pasillo al que dan tres patios con dos habitaciones cada uno. En uno de ellos se agranda la familia: llega el único hijo varón de Nieves Filgueiras, hija de españoles nacida en Avellaneda, y de Antonio Palese, integrante de una familia italiana de Parque de los Patricios. Antonio, ferroviario; Nieves, obrera en Saint Hnos. (la legendaria Águila Saint)
Norberto Palese nació en la tarde del sábado 23 de abril de 1932.
Ese largo y angosto pasillo todavía existe en Vieytes 926, entre Olavarría y Lamadrid, pleno barrio de Barracas al sur.
El Colegio primario, hasta segundo grado, fue el Francisco P. Moreno, mixto y a dos cuadras y media del hogar. Luego fue el de varones Bernardo de Irigoyen, en Montes de Oca frente a plaza Colombia.
Con 14 años, Norberto comenzó a trabajar como auxiliar de archivo en una Empresa de Transportes. La oficina estaba dentro del Galpón 8 del Ferrocarril General Belgrano, en Vélez Sársfield y Suárez.
Papá Antonio era capataz de ese enorme espacio, atestado de mercaderías que se embarcaban en los vagones durante el día, partiendo cada noche hacia su destino.
Un año después pasó del Galpón 8 a la central de Venezuela y Chacabuco.
Mientras esto sucedía, la radio se iba convirtiendo en la atracción central para Norberto. La música, el humor... las “voces”. Esas voces que identificaban a cada emisora. Las grandes cadenas –El Mundo, Belgrano, Splendid– invitaban a los oyentes a presenciar los programas tanto del mediodía como de la noche.
Amplios estudios con atracciones en vivo eran la diversión del pibe aquel con presupuesto más que limitado. Y ver y escuchar a los locutores y animadores... las “voces”, era su mayor placer.
Para entonces la cita era en La Banderita, reducto clásico de Montes de Oca y Suárez. Llegan los bailes del primer Carnaval, donde el antifaz disimulaba al aprendiz que ajustaba tibiamente, por primera vez, la cintura de la piba aquella.
Una gran casualidad pone al futuro en una inesperada invitación. José Loguarro, que era el “artista” entre los compañeros de trabajo, presentaba orquestas en el Salón La Argentina, en Rodríguez Peña y Corrientes; era el que anunciaba desde el palco, micrófono en mano, a la orquesta que se presentaba y los temas que se escuchaban y bailaban. Y José lo invitó.
Los bailes de ese “Salón” no eran como aquellos del Carnaval. Eran otro tipo de mujeres y de hombres. El ambiente parecía salido de la letra de algún tango. La cita era solamente los domingos.
Al compañero, la empresa lo envía al Interior en una comisión especial. ¿A quién dejar para que lo reemplace los domingos en el Salón?, se pregunta José.
Y, entonces, el diálogo; audaz y atrevido, pero con lógica:
–José ¿a quién vas a dejar? –pregunta Norberto.
–No sé– dice José.
–¡¡Dejame a mí!! –pide el pibe.
–¿Y vos qué sabés?– pregunta José.
–¿Y vos qué sabías antes de comenzar? –se atreve a contestar el pibe.
Y así fue como subieron al palco, el pibe y su compañero-amigo. Se pararon frente al micrófono y “el nuevo” se animó.
Lo supieron en la empresa que hacía las contrataciones y, unas semanas después, una morocha llamada Zulema, cuyo papá tenía una imprenta, le entregó 50 tarjetas impresas que decían JORGE FONTANA.
Llegaron otros domingos y otras orquestas. Apareció Alfredo Gobbni y con él González Rivero, el “Riverito” de hoy.
Se estableció una relación. Riverito tenía una audición de tangos en Radio del Pueblo, y lo invitó para debutar como locutor comercial.
Con 15 años, acompañado por su padre Antonio, Norberto se entrevistó con el Director de la emisora, y completó una solicitud con una invitación: ser afiliado al partido peronista. Antonio, que seguía siendo capataz del galpón 8, en sus comienzos obreros había sido delegado gremial.
Y así, la ilusión de ser “la voz” fue tomando forma. La voz como trampolín hacia el futuro.
Ya vinculado al medio, le llega la noticia: el maestro Domingo Federico –autor de Yuyo Verde, Percal y tantos otros temas– actúa en el Tango Bar (uno de los grandes baluartes del tango) y su presentador, Jorge Hidalgo, se va a alejar. Fontana da una prueba y le asignan una suplencia de un par de semanas. Hidalgo lo apoya porque era actor y se le había presentado una oportunidad importante para él, de manera que dejaba los anuncios y seguía su otro camino. Jorge Hidalgo era el seudónimo del inolvidable Carlos Carella.
Tras el maestro Federico, siguieron Pedro Laurenz y Osmar Maderna, hasta que llega Héctor Varela, quien, desvinculado de Juan D’Arienzo, forma su orquesta con Laborde y Lezica.
Fontana debuta, entonces, en el Chantecler, donde está de domingos a viernes. Se trata de un espacio nocturno de baile y espectáculo que, junto al Tibidabo y al Marabú eran la cita obligada de la noche grande de Buenos Aires. Eran los “cabaret” por excelencia, donde la mujer era la protagonista y la atracción principal. Alternaban en las mesas acompañando a los señores. Charla; copas; baile. Y también eran posibles compañeras de la noche después de las cuatro de la mañana, hora de cierre de cada velada.
Fontana conoce en esas noches a Teresa. Y ella es conocida de Julio César Barton, quien era relator de las novelas de Radio El Mundo. Un maestro. Un tono de voz único. Una gran personalidad.
Teresa le acerca a Julio el deseo: tomarle tal vez una prueba... como locutor...
Barton lo cita en la Mesa de Entradas de la Radio, en Maipú 555. Fontana llega, da una prueba con el Jefe de Locutores, y le asignan un lugar en el plantel de suplentes, que ya tenía cuatro integrantes. Además de sus datos, le piden el teléfono, cosa lógica para cubrir urgencias o ausencias de locutores. Pero en el hogar de los Palese no había teléfono. El único teléfono era el de Teresa. Así es como esa noche deja su hogar y su nuevo domicilio pasa a ser en Pozos e Independencia. Corría el año 1950.
En 1952 llega la convocatoria al Servicio Militar, y la preocupación del Jefe de Radio El Mundo era si podría cumplir con su tarea dados los horarios que imponía el ejército. Entonces aparece el Sargento Ayudante Roberto Martínez, responsable de la Compañía de Abastecimiento del Regimiento de Patricios, con quien Fontana se afianza y le pide espacios dentro del orden.
Lo ubican en la Usina como encargado de la limpieza, tarea que cumplía durante las primeras horas de cada día.
Noche en el Chantecler, la mañana en el cuartel, la tarde en la Radio... y un mediodía, en el clásico programa “El Relámpago”, le tocó cubrir la ausencia de su animador, Jaime Font Saravia. El locutor de aquel programa era Carlos D’Agostino. Y ambos asumieron otras responsabilidades, por lo que la oportunidad para Fontana era total.
Ese espacio fue para el soldado, con uniforme y todo, con el pelo al ras como indicaba el reglamento, y con público en el Estudio.
Luego de un par de semanas a prueba, quedó ya como titular con esa primera y enorme posibilidad.
El autor de “El Relámpago” era Miguel Coronatto Paz. Mamá Nieves, invitada por el soldado, llegó a la radio y le agradeció al autor diciendo “gracias por la oportunidad para CACHO”. Y Coronatto lo incorporó al Fontana. Así nació “CACHO FONTANA”.
Era el inicio de la historia grande...
Aquel Sargento del Regimiento de Patricios que lo había ayudado con los horarios, acompañaba a Cacho en las noches con Sandrini; con Tita Merello; con Juan D’Arienzo; con Aníbal Troilo. Y todos le recomendaban que apoyara al pibe.
Tras cinco años de suplencias, en noviembre de 1955, a sus 23 años, lo nombraron en el plantel estable de Radio El Mundo, cubriendo como locutor la mañana, que era un horario casi marginal porque la audiencia buscaba atracciones, y todas aparecían a partir del mediodía.
Aun así, Fontana imaginaba un espectáculo de 10 a 11 de la mañana, de lunes a viernes.
Decidió entonces que, además de locutor, sería productor. Negoció con el Departamento Comercial de Radio El Mundo la compra de aquel horario que imaginaba, y asumió la responsabilidad artística y comercial del espacio. La propuesta era hacer un “show”: música, información, deportes, actualidad, humor, reportajes, horóscopos...
Dos locutoras-animadoras, hoy históricas, aceptaron compartir el proyecto: María Esther Vignola y Rina Morán. Los tres le imprimieron el ritmo y el tono que identificó a la nueva propuesta, además de la incorporación como guionistas de Abel Santa Cruz, Miguel Coronatto Paz, Carlos Arturo Orfeo, Hugo Moser y Alberto Migré, quienes brindaron su colaboración sin cargo alguno, sólo para poyar la idea y el esfuerzo de la producción. Estos autores tenían en la emisora programas de enorme repercusión, de lunes a viernes, y Cacho colaboraba también con ellos. Todo fue un apoyo mutuo más que solidario.
Así nacía el “Fontana Show”, y fue una verdadera aventura.
Ese nuevo esquema, ese “armado”, esa apertura de las mañanas, despertó el interés de los oyentes y tuvo respuesta también en otras emisoras, de franca competencia.
La oferta alcanzó niveles de audiencia inauditos y constituyó un formato que, aún con el paso de los años y a pesar de los giros de las épocas, quedó establecido como la fórmula de las mañanas.
El nombre de Cacho Fontana siguió afianzándose en los medios.
Mientras la radio se “adueñaba” de las mañanas, la televisión comenzaba a desplazar a la radio en el horario central de la noche.
En ese contexto, en 1956, a pocos meses de iniciado su programa radial, apareció una inesperada propuesta:
La Agencia Pueyrredón Propaganda, a través de su productor Jorge González, lo invitó a integrarse como locutor comercial en un ciclo de preguntas y respuestas que, a partir de abril de ese año, todos los lunes a las 21,30 horas, se emitiría por Canal 7 y por Radio Belgrano hacia todo el país. Sería en vivo, transmitido desde el Teatro Smart (hoy Multiteatro)
Esto provocaba un quiebre en la titularidad de Radio El Mundo, que exigía exclusividad.
Decidió renunciar y, con el primer smoking, debutó en la televisión argentina de reciente aparición, con el mítico programa “Odol Pregunta”.
Más tarde condujo en Canal 13 “La Campana de Cristal”, programa de gran impacto, que marcó otro hito en la televisión.
En 1961 realizó su primer viaje a Europa, invitado por Air France. Junto con Alfredo Capalbo, hicieron notas en París, Roma y Madrid.
En la capital de España se reunió con Carlos Acuña, un cantante argentino de enorme suceso en toda la península, quien había establecido una relación personal y afectiva en el ámbito de la intimidad de Juan Domingo Perón.
Carlos los acercó al tercer piso de la calle Arce 13, en la Plaza República Argentina, domicilio de Perón por aquellos años.
Fueron tiempos de vivir la historia más allá de matices políticos.
La manera de decir, el tono y la convicción que imprimía, hizo que el nombre de Cacho siguiera creciendo, al tiempo que era cada vez más solicitado por grandes Empresas para confiarle la locución de sus mensajes: Odol, Terrabussi, Piccardo, Peñaflor, Pirelli, Grafa, Tres Plumas, Yelmo, La Serenísima, son tan solo algunas de ellas.
En 1967 dejó Radio El Mundo (donde se había mantenido como locutor independiente y productor tras su renuncia como titular en 1956) y pasó a Radio Rivadavia, en la que ya había debutado en 1966, invitado por José María Muñoz para formar parte de un trío junto a Enzo Ardigó, en la transmisión del mundial de Londres de aquel año.
Cacho colaboró con Muñoz, durante ocho años, en todo lo relacionado con el Deporte de esa emisora líder: en sus transmisiones de fútbol nacional e internacional y las campañas de Racing y Estudiantes en Inglaterra por los títulos del mundo. En 1968, participó como locutor comercial, desde Tokio, en la inolvidable conquista del título mundial de Nicolino Locche. Y también en las peleas por el título de Carlos Monzón. Y en la pelea de Bonavena y Cassius Clay. Y en los sábados tradicionales del Luna Park.
En octubre de 1970 produjo, junto con Canal 13 y Radio Rivadavia, la transmisión en vivo y en directo de la entrega del Premio Nóbel al doctor Luis Federico Leloir. La ceremonia desde Estocolmo convocó a Emilio Stevanovich como conductor, con el apoyo de Horacio Solá y las presentaciones del mismo productor.
También se transmitieron los Festivales de San Remo y Eurovisión.
El “Fontana Show” en Rivadavia se convirtió en un programa de cuatro horas, de lunes a sábado, en vivo. Cada noticia; cada hecho de la actualidad; cada llegada de visitantes de cualquier disciplina (artistas, deportistas, políticos), se cubría en vivo.
Se incorporaron lo que se llamó “módulos”, que eran unidades de comunicación en automóviles para transmitir en vivo, en pleno recorrido por la ciudad. Este moderno equipamiento, que se conectaba al encendedor de los autos, reemplazó a los móviles anteriores y permitió que tanto taxis como autos particulares se convirtieran en módulos de transmisión, con una antena de techo y una “manopla” que actuaba como micrófono, con el clásico “adelante, cambio”.
El ingeniero Julio Cottini fue el responsable de esta avanzada tecnología para aquel momento. Y Enrique San Pedro era el responsable de la coordinación de esa flota de “movileros” tan singular .
En los Estudios estaban Oscar Márquez y Orlando Ferreiro, junto con Beba y Rina, y la participación en producción y espectáculos de Domingo D’inubila.
Y todo se desarrolló con el apoyo de un equipo técnico que respondía al Director de Deportes, José María Muñoz. Y en los deportes, la voz de Juan José Lujambio.
Dentro de la dinámica de la propuesta, el humor fue un condimento fundamental para ese formato, que la mañana todavía muestra a través de los años.
Fernando Salas formó el equipo de humoristas que nutrían los programas con un material de memorable repercusión.
Los nombres de quienes fueron responsables de ese segmento son Jorge Guinsburg, Carlos Abrevaya, Adolfo Castelo, Cacho Vilar, Jorge Marchetti y Jorge Garayoa. Todos prácticamente en el inicio de sus trayectorias.
En los comienzos de 1971, Fontana tuvo la idea de celebrar, por primera vez, el nacimiento de Carlos Gardel. Formó un equipo de producción encabezado por la viuda de Defino, que fuera su representante y amigo, y el periodista Luis Ángel Formento.
El proyecto fue tomando importancia y comenzó a manejarse en conjunto con Teleonce (actual Telefé). Fontana se reunió en París con un equipo de filmación y viajaron con destino a Toulouse. Esta sociedad permitió mostrar en imágenes toda la autenticidad que guarda la ciudad donde nació Charles Romuald Gardés: el hospital y su maternidad; su casa materna; la iglesia y su sacristía; la alcaldía... Y en sus libros históricos se pudo ver el registro del nacimiento como ciudadano francés.
Todo ese inédito material fue anticipado oralmente desde Radio Rivadavia, y el 10 de diciembre de 1971 fue puesto en el aire por la pantalla de Teleonce, en una edición extraordinaria que condujo Fontana desde la esquina de Corrientes y Esmeralda, instalado en el techo de un camión de exteriores del canal.
Años después, ese día, 10 de diciembre, fue declarado “El día del Tango”.
Así, sin distancias para la noticia, con la creatividad en un despliegue inédito, con el humor como condimento, el “Fontana Show” alcanzó un ritmo y un estilo que marcó un antes y un después en la radiofonía argentina, además de registrar los más altos niveles de audiencia.
En diciembre de 1973 comenzó un tiempo de cambios. Dejó Radio Rivadavia y también el programa de preguntas y respuestas. Viajó a España, contratado por la Cadena Ser, para poner en el aire un ciclo similar en las mañanas, desde Madrid a todo el país.
En los casi tres años de permanencia allí, asumió también dos proyectos más: una trasnoche orientada a los taxistas, y otro programa acompañando el regreso del fin de semana, los domingos a partir de las 17 horas.
Ya en 1977, un llamado desde Buenos Aires despertó su interés. Fue el de Jorge De Lorenzo, aquel Presidente del Jurado de Odol Pregunta, ahora devenido en productor, junto a Fernando Marín. Le propuso un programa de dos horas de lunes a viernes, de 23 a 1 de la madrugada, para Canal 13.
Fontana tuvo siempre cercanía con el equipo de Goar Mestre y, conversando sobre la idea periodística para ese programa, Jorge Vaillant, recordado integrante de aquel grupo, le mencionó la aparición de un equipo de video-casette con una pequeña cámara portátil, que era utilizado como apoyo de noticieros en los Estados Unidos. Se generó, así, la idea de importar ese equipamiento, convirtiendo a esa cámara, que pesaba menos de tres kilos y grababa simultáneamente imagen y sonido, en la atracción de un nuevo espacio semanal.
Con la producción de Fontana, que concretó la idea, y un plantel integrado por Magdalena Ruiz Guiñazú, Carlos Burone, Pepe Peña, Enrique Llamas de Madariaga, Liliana López Foressi, y otros destacados periodistas, nació “Video Show”. Comenzaba una aventura que cubrió Argentina, América y el mundo; y esa camarita fue “la máquina de mirar”, de la que se incorporaron cinco equipos en la cobertura total.
“Video Show” cambió las costumbres, pues logró niveles de audiencia históricos en ese horario, e inauguró un nuevo lenguaje en la Televisión Argentina.
En 1978 se incorpora la televisión color. Llega con el Mundial de Fútbol a Canal 7, el canal estatal, que por entonces pasó a ser ATC-Argentina Televisora Color.
Una empresa privada –Gran TV Color– tenía los derechos para transmitir todos los partidos por pantalla gigante de nueva generación, en el Luna Park y cinco salas cinematográficas del centro de Buenos Aires. Fontana fue productor y responsable de la comercialización de esos eventos durante el mes de junio de 1978.
En agosto de ese año hubo otro impacto en la nueva televisión color. El día 17, en homenaje al General San Martín, Fontana produjo la primera comunicación en vivo con todo el país simultáneamente, con un canal en cada provincia transmitiendo con sus propios medios, y sus conductores en diálogo con Cacho en Buenos Aires.
El país se vio y se escuchó en directo por primera vez en la televisión. Entre otros, Julio Lagos en Ushuaia y Magdalena Ruiz Guiñazú en las Cataratas del Iguazú; además de Antonio Carrizo al pie del monumento al General San Martín en Lima, capital del Perú.
En 1979 le llegó a la trayectoria de Fontana otra responsabilidad: la producción artística y comercial del Canal 11.
Se incorporaron Guillermo Vilas, Carlos Reutemann y César Luis Menotti, como colaboradores en sus respectivos deportes. Llegó al país por primera vez, para actuar en vivo, Liza Minelli. Y Ray Conniff. Y Atahualpa Yupanqui en concierto inolvidable. Y “Los Aventureros” Starsky & Hutch.
En 1982, frente al episodio Malvinas, Fontana interesó a Canal 7-ATC en la emisión de un programa de 24 horas para recaudar fondos. Se realizó el 8 de mayo y lo condujo junto con Pinky.
En 1983 Radio Argentina le propuso otro desafío. Una nueva licencia de explotación adjudicada por el Estado le otorgó al grupo Radio Familia la responsabilidad de la nueva emisora. Y Fontana asumió la conducción artística de la propuesta.
Convocó a un plantel para la mañana, con Ariel Delgado en la primera hora, y luego, de 8 a 12, un magazine con Raúl Portal, Macaya Márquez, Claudio María Domínguez, Liliana López Foressi, Carlos Molar, y el debut del “Chapucai” con su humor. Por aquel entonces, el “Chapucai” era el nombre artístico de Nito Artaza.
Al mediodía Fernando Bravo, a la tarde Hugo Guerrero Martineitz, y “un regreso con noticias” con el debut de Mariano Grondona en radio.
En marzo de 1984 se incorporó al plantel de Radio Nacional, asumiendo la conducción y producción del ciclo “Fontana Nacional”.
Un “colaborador espontáneo” de aquel ciclo fue Don Atahualpa Yupanqui, que, por ser vecino de la Emisora, se cruzaba a charlar desde el hotel donde vivía en la calle Maipú al 500. Y compartió sus vivencias, sus historias, su música, su humor... Generó, así, momentos absolutamente inolvidables para el conductor y para los oyentes.
En 1986, Fontana regresó a Radio Rivadavia con “Sexta Edición”, en el horario de 16,30 a 19,30, completando una cartelera con Héctor Larrea, Antonio Carrizo y José María Muñoz.
El horario se impuso. Cubría las expectativas de información –el eje principal era el Rotativo de Rivadavia, con diez puestos fijos– unido al humor de Juan Verdaguer en vivo. Y también Horangel. El planeta entero por satélite y la conducción periodística de Daniel Mendoza, Roberto Maidana y Llamas de Madariaga.
A través de tantos años de labor, Fontana fue distinguido con numerosos premios nacionales e internacionales, entre los que se cuentan 14 Martín Fierro (más 1 a la trayectoria) otorgados por APTRA, y el primer premio Ondas de España.
Hasta aquí la síntesis de la biografía profesional de Cacho Fontana. Son nada más que trazos de una historia con ilusión, con ideas, y mucho trabajo.
Hoy, la familia de Cacho se compone de su hija Estela Nieves, nacida en 1955, y las gemelas Antonella Fontana y Lumila Fontana, nacidas en 1978. Por el momento su descendencia se completa con cuatro nietos: Georgina, Michela, Lucas y Joaquín.
Norberto Palese nació en la tarde del sábado 23 de abril de 1932.
Ese largo y angosto pasillo todavía existe en Vieytes 926, entre Olavarría y Lamadrid, pleno barrio de Barracas al sur.
El Colegio primario, hasta segundo grado, fue el Francisco P. Moreno, mixto y a dos cuadras y media del hogar. Luego fue el de varones Bernardo de Irigoyen, en Montes de Oca frente a plaza Colombia.
Con 14 años, Norberto comenzó a trabajar como auxiliar de archivo en una Empresa de Transportes. La oficina estaba dentro del Galpón 8 del Ferrocarril General Belgrano, en Vélez Sársfield y Suárez.
Papá Antonio era capataz de ese enorme espacio, atestado de mercaderías que se embarcaban en los vagones durante el día, partiendo cada noche hacia su destino.
Un año después pasó del Galpón 8 a la central de Venezuela y Chacabuco.
Mientras esto sucedía, la radio se iba convirtiendo en la atracción central para Norberto. La música, el humor... las “voces”. Esas voces que identificaban a cada emisora. Las grandes cadenas –El Mundo, Belgrano, Splendid– invitaban a los oyentes a presenciar los programas tanto del mediodía como de la noche.
Amplios estudios con atracciones en vivo eran la diversión del pibe aquel con presupuesto más que limitado. Y ver y escuchar a los locutores y animadores... las “voces”, era su mayor placer.
Para entonces la cita era en La Banderita, reducto clásico de Montes de Oca y Suárez. Llegan los bailes del primer Carnaval, donde el antifaz disimulaba al aprendiz que ajustaba tibiamente, por primera vez, la cintura de la piba aquella.
Una gran casualidad pone al futuro en una inesperada invitación. José Loguarro, que era el “artista” entre los compañeros de trabajo, presentaba orquestas en el Salón La Argentina, en Rodríguez Peña y Corrientes; era el que anunciaba desde el palco, micrófono en mano, a la orquesta que se presentaba y los temas que se escuchaban y bailaban. Y José lo invitó.
Los bailes de ese “Salón” no eran como aquellos del Carnaval. Eran otro tipo de mujeres y de hombres. El ambiente parecía salido de la letra de algún tango. La cita era solamente los domingos.
Al compañero, la empresa lo envía al Interior en una comisión especial. ¿A quién dejar para que lo reemplace los domingos en el Salón?, se pregunta José.
Y, entonces, el diálogo; audaz y atrevido, pero con lógica:
–José ¿a quién vas a dejar? –pregunta Norberto.
–No sé– dice José.
–¡¡Dejame a mí!! –pide el pibe.
–¿Y vos qué sabés?– pregunta José.
–¿Y vos qué sabías antes de comenzar? –se atreve a contestar el pibe.
Y así fue como subieron al palco, el pibe y su compañero-amigo. Se pararon frente al micrófono y “el nuevo” se animó.
Lo supieron en la empresa que hacía las contrataciones y, unas semanas después, una morocha llamada Zulema, cuyo papá tenía una imprenta, le entregó 50 tarjetas impresas que decían JORGE FONTANA.
Llegaron otros domingos y otras orquestas. Apareció Alfredo Gobbni y con él González Rivero, el “Riverito” de hoy.
Se estableció una relación. Riverito tenía una audición de tangos en Radio del Pueblo, y lo invitó para debutar como locutor comercial.
Con 15 años, acompañado por su padre Antonio, Norberto se entrevistó con el Director de la emisora, y completó una solicitud con una invitación: ser afiliado al partido peronista. Antonio, que seguía siendo capataz del galpón 8, en sus comienzos obreros había sido delegado gremial.
Y así, la ilusión de ser “la voz” fue tomando forma. La voz como trampolín hacia el futuro.
Ya vinculado al medio, le llega la noticia: el maestro Domingo Federico –autor de Yuyo Verde, Percal y tantos otros temas– actúa en el Tango Bar (uno de los grandes baluartes del tango) y su presentador, Jorge Hidalgo, se va a alejar. Fontana da una prueba y le asignan una suplencia de un par de semanas. Hidalgo lo apoya porque era actor y se le había presentado una oportunidad importante para él, de manera que dejaba los anuncios y seguía su otro camino. Jorge Hidalgo era el seudónimo del inolvidable Carlos Carella.
Tras el maestro Federico, siguieron Pedro Laurenz y Osmar Maderna, hasta que llega Héctor Varela, quien, desvinculado de Juan D’Arienzo, forma su orquesta con Laborde y Lezica.
Fontana debuta, entonces, en el Chantecler, donde está de domingos a viernes. Se trata de un espacio nocturno de baile y espectáculo que, junto al Tibidabo y al Marabú eran la cita obligada de la noche grande de Buenos Aires. Eran los “cabaret” por excelencia, donde la mujer era la protagonista y la atracción principal. Alternaban en las mesas acompañando a los señores. Charla; copas; baile. Y también eran posibles compañeras de la noche después de las cuatro de la mañana, hora de cierre de cada velada.
Fontana conoce en esas noches a Teresa. Y ella es conocida de Julio César Barton, quien era relator de las novelas de Radio El Mundo. Un maestro. Un tono de voz único. Una gran personalidad.
Teresa le acerca a Julio el deseo: tomarle tal vez una prueba... como locutor...
Barton lo cita en la Mesa de Entradas de la Radio, en Maipú 555. Fontana llega, da una prueba con el Jefe de Locutores, y le asignan un lugar en el plantel de suplentes, que ya tenía cuatro integrantes. Además de sus datos, le piden el teléfono, cosa lógica para cubrir urgencias o ausencias de locutores. Pero en el hogar de los Palese no había teléfono. El único teléfono era el de Teresa. Así es como esa noche deja su hogar y su nuevo domicilio pasa a ser en Pozos e Independencia. Corría el año 1950.
En 1952 llega la convocatoria al Servicio Militar, y la preocupación del Jefe de Radio El Mundo era si podría cumplir con su tarea dados los horarios que imponía el ejército. Entonces aparece el Sargento Ayudante Roberto Martínez, responsable de la Compañía de Abastecimiento del Regimiento de Patricios, con quien Fontana se afianza y le pide espacios dentro del orden.
Lo ubican en la Usina como encargado de la limpieza, tarea que cumplía durante las primeras horas de cada día.
Noche en el Chantecler, la mañana en el cuartel, la tarde en la Radio... y un mediodía, en el clásico programa “El Relámpago”, le tocó cubrir la ausencia de su animador, Jaime Font Saravia. El locutor de aquel programa era Carlos D’Agostino. Y ambos asumieron otras responsabilidades, por lo que la oportunidad para Fontana era total.
Ese espacio fue para el soldado, con uniforme y todo, con el pelo al ras como indicaba el reglamento, y con público en el Estudio.
Luego de un par de semanas a prueba, quedó ya como titular con esa primera y enorme posibilidad.
El autor de “El Relámpago” era Miguel Coronatto Paz. Mamá Nieves, invitada por el soldado, llegó a la radio y le agradeció al autor diciendo “gracias por la oportunidad para CACHO”. Y Coronatto lo incorporó al Fontana. Así nació “CACHO FONTANA”.
Era el inicio de la historia grande...
Aquel Sargento del Regimiento de Patricios que lo había ayudado con los horarios, acompañaba a Cacho en las noches con Sandrini; con Tita Merello; con Juan D’Arienzo; con Aníbal Troilo. Y todos le recomendaban que apoyara al pibe.
Tras cinco años de suplencias, en noviembre de 1955, a sus 23 años, lo nombraron en el plantel estable de Radio El Mundo, cubriendo como locutor la mañana, que era un horario casi marginal porque la audiencia buscaba atracciones, y todas aparecían a partir del mediodía.
Aun así, Fontana imaginaba un espectáculo de 10 a 11 de la mañana, de lunes a viernes.
Decidió entonces que, además de locutor, sería productor. Negoció con el Departamento Comercial de Radio El Mundo la compra de aquel horario que imaginaba, y asumió la responsabilidad artística y comercial del espacio. La propuesta era hacer un “show”: música, información, deportes, actualidad, humor, reportajes, horóscopos...
Dos locutoras-animadoras, hoy históricas, aceptaron compartir el proyecto: María Esther Vignola y Rina Morán. Los tres le imprimieron el ritmo y el tono que identificó a la nueva propuesta, además de la incorporación como guionistas de Abel Santa Cruz, Miguel Coronatto Paz, Carlos Arturo Orfeo, Hugo Moser y Alberto Migré, quienes brindaron su colaboración sin cargo alguno, sólo para poyar la idea y el esfuerzo de la producción. Estos autores tenían en la emisora programas de enorme repercusión, de lunes a viernes, y Cacho colaboraba también con ellos. Todo fue un apoyo mutuo más que solidario.
Así nacía el “Fontana Show”, y fue una verdadera aventura.
Ese nuevo esquema, ese “armado”, esa apertura de las mañanas, despertó el interés de los oyentes y tuvo respuesta también en otras emisoras, de franca competencia.
La oferta alcanzó niveles de audiencia inauditos y constituyó un formato que, aún con el paso de los años y a pesar de los giros de las épocas, quedó establecido como la fórmula de las mañanas.
El nombre de Cacho Fontana siguió afianzándose en los medios.
Mientras la radio se “adueñaba” de las mañanas, la televisión comenzaba a desplazar a la radio en el horario central de la noche.
En ese contexto, en 1956, a pocos meses de iniciado su programa radial, apareció una inesperada propuesta:
La Agencia Pueyrredón Propaganda, a través de su productor Jorge González, lo invitó a integrarse como locutor comercial en un ciclo de preguntas y respuestas que, a partir de abril de ese año, todos los lunes a las 21,30 horas, se emitiría por Canal 7 y por Radio Belgrano hacia todo el país. Sería en vivo, transmitido desde el Teatro Smart (hoy Multiteatro)
Esto provocaba un quiebre en la titularidad de Radio El Mundo, que exigía exclusividad.
Decidió renunciar y, con el primer smoking, debutó en la televisión argentina de reciente aparición, con el mítico programa “Odol Pregunta”.
Más tarde condujo en Canal 13 “La Campana de Cristal”, programa de gran impacto, que marcó otro hito en la televisión.
En 1961 realizó su primer viaje a Europa, invitado por Air France. Junto con Alfredo Capalbo, hicieron notas en París, Roma y Madrid.
En la capital de España se reunió con Carlos Acuña, un cantante argentino de enorme suceso en toda la península, quien había establecido una relación personal y afectiva en el ámbito de la intimidad de Juan Domingo Perón.
Carlos los acercó al tercer piso de la calle Arce 13, en la Plaza República Argentina, domicilio de Perón por aquellos años.
Fueron tiempos de vivir la historia más allá de matices políticos.
La manera de decir, el tono y la convicción que imprimía, hizo que el nombre de Cacho siguiera creciendo, al tiempo que era cada vez más solicitado por grandes Empresas para confiarle la locución de sus mensajes: Odol, Terrabussi, Piccardo, Peñaflor, Pirelli, Grafa, Tres Plumas, Yelmo, La Serenísima, son tan solo algunas de ellas.
En 1967 dejó Radio El Mundo (donde se había mantenido como locutor independiente y productor tras su renuncia como titular en 1956) y pasó a Radio Rivadavia, en la que ya había debutado en 1966, invitado por José María Muñoz para formar parte de un trío junto a Enzo Ardigó, en la transmisión del mundial de Londres de aquel año.
Cacho colaboró con Muñoz, durante ocho años, en todo lo relacionado con el Deporte de esa emisora líder: en sus transmisiones de fútbol nacional e internacional y las campañas de Racing y Estudiantes en Inglaterra por los títulos del mundo. En 1968, participó como locutor comercial, desde Tokio, en la inolvidable conquista del título mundial de Nicolino Locche. Y también en las peleas por el título de Carlos Monzón. Y en la pelea de Bonavena y Cassius Clay. Y en los sábados tradicionales del Luna Park.
En octubre de 1970 produjo, junto con Canal 13 y Radio Rivadavia, la transmisión en vivo y en directo de la entrega del Premio Nóbel al doctor Luis Federico Leloir. La ceremonia desde Estocolmo convocó a Emilio Stevanovich como conductor, con el apoyo de Horacio Solá y las presentaciones del mismo productor.
También se transmitieron los Festivales de San Remo y Eurovisión.
El “Fontana Show” en Rivadavia se convirtió en un programa de cuatro horas, de lunes a sábado, en vivo. Cada noticia; cada hecho de la actualidad; cada llegada de visitantes de cualquier disciplina (artistas, deportistas, políticos), se cubría en vivo.
Se incorporaron lo que se llamó “módulos”, que eran unidades de comunicación en automóviles para transmitir en vivo, en pleno recorrido por la ciudad. Este moderno equipamiento, que se conectaba al encendedor de los autos, reemplazó a los móviles anteriores y permitió que tanto taxis como autos particulares se convirtieran en módulos de transmisión, con una antena de techo y una “manopla” que actuaba como micrófono, con el clásico “adelante, cambio”.
El ingeniero Julio Cottini fue el responsable de esta avanzada tecnología para aquel momento. Y Enrique San Pedro era el responsable de la coordinación de esa flota de “movileros” tan singular .
En los Estudios estaban Oscar Márquez y Orlando Ferreiro, junto con Beba y Rina, y la participación en producción y espectáculos de Domingo D’inubila.
Y todo se desarrolló con el apoyo de un equipo técnico que respondía al Director de Deportes, José María Muñoz. Y en los deportes, la voz de Juan José Lujambio.
Dentro de la dinámica de la propuesta, el humor fue un condimento fundamental para ese formato, que la mañana todavía muestra a través de los años.
Fernando Salas formó el equipo de humoristas que nutrían los programas con un material de memorable repercusión.
Los nombres de quienes fueron responsables de ese segmento son Jorge Guinsburg, Carlos Abrevaya, Adolfo Castelo, Cacho Vilar, Jorge Marchetti y Jorge Garayoa. Todos prácticamente en el inicio de sus trayectorias.
En los comienzos de 1971, Fontana tuvo la idea de celebrar, por primera vez, el nacimiento de Carlos Gardel. Formó un equipo de producción encabezado por la viuda de Defino, que fuera su representante y amigo, y el periodista Luis Ángel Formento.
El proyecto fue tomando importancia y comenzó a manejarse en conjunto con Teleonce (actual Telefé). Fontana se reunió en París con un equipo de filmación y viajaron con destino a Toulouse. Esta sociedad permitió mostrar en imágenes toda la autenticidad que guarda la ciudad donde nació Charles Romuald Gardés: el hospital y su maternidad; su casa materna; la iglesia y su sacristía; la alcaldía... Y en sus libros históricos se pudo ver el registro del nacimiento como ciudadano francés.
Todo ese inédito material fue anticipado oralmente desde Radio Rivadavia, y el 10 de diciembre de 1971 fue puesto en el aire por la pantalla de Teleonce, en una edición extraordinaria que condujo Fontana desde la esquina de Corrientes y Esmeralda, instalado en el techo de un camión de exteriores del canal.
Años después, ese día, 10 de diciembre, fue declarado “El día del Tango”.
Así, sin distancias para la noticia, con la creatividad en un despliegue inédito, con el humor como condimento, el “Fontana Show” alcanzó un ritmo y un estilo que marcó un antes y un después en la radiofonía argentina, además de registrar los más altos niveles de audiencia.
En diciembre de 1973 comenzó un tiempo de cambios. Dejó Radio Rivadavia y también el programa de preguntas y respuestas. Viajó a España, contratado por la Cadena Ser, para poner en el aire un ciclo similar en las mañanas, desde Madrid a todo el país.
En los casi tres años de permanencia allí, asumió también dos proyectos más: una trasnoche orientada a los taxistas, y otro programa acompañando el regreso del fin de semana, los domingos a partir de las 17 horas.
Ya en 1977, un llamado desde Buenos Aires despertó su interés. Fue el de Jorge De Lorenzo, aquel Presidente del Jurado de Odol Pregunta, ahora devenido en productor, junto a Fernando Marín. Le propuso un programa de dos horas de lunes a viernes, de 23 a 1 de la madrugada, para Canal 13.
Fontana tuvo siempre cercanía con el equipo de Goar Mestre y, conversando sobre la idea periodística para ese programa, Jorge Vaillant, recordado integrante de aquel grupo, le mencionó la aparición de un equipo de video-casette con una pequeña cámara portátil, que era utilizado como apoyo de noticieros en los Estados Unidos. Se generó, así, la idea de importar ese equipamiento, convirtiendo a esa cámara, que pesaba menos de tres kilos y grababa simultáneamente imagen y sonido, en la atracción de un nuevo espacio semanal.
Con la producción de Fontana, que concretó la idea, y un plantel integrado por Magdalena Ruiz Guiñazú, Carlos Burone, Pepe Peña, Enrique Llamas de Madariaga, Liliana López Foressi, y otros destacados periodistas, nació “Video Show”. Comenzaba una aventura que cubrió Argentina, América y el mundo; y esa camarita fue “la máquina de mirar”, de la que se incorporaron cinco equipos en la cobertura total.
“Video Show” cambió las costumbres, pues logró niveles de audiencia históricos en ese horario, e inauguró un nuevo lenguaje en la Televisión Argentina.
En 1978 se incorpora la televisión color. Llega con el Mundial de Fútbol a Canal 7, el canal estatal, que por entonces pasó a ser ATC-Argentina Televisora Color.
Una empresa privada –Gran TV Color– tenía los derechos para transmitir todos los partidos por pantalla gigante de nueva generación, en el Luna Park y cinco salas cinematográficas del centro de Buenos Aires. Fontana fue productor y responsable de la comercialización de esos eventos durante el mes de junio de 1978.
En agosto de ese año hubo otro impacto en la nueva televisión color. El día 17, en homenaje al General San Martín, Fontana produjo la primera comunicación en vivo con todo el país simultáneamente, con un canal en cada provincia transmitiendo con sus propios medios, y sus conductores en diálogo con Cacho en Buenos Aires.
El país se vio y se escuchó en directo por primera vez en la televisión. Entre otros, Julio Lagos en Ushuaia y Magdalena Ruiz Guiñazú en las Cataratas del Iguazú; además de Antonio Carrizo al pie del monumento al General San Martín en Lima, capital del Perú.
En 1979 le llegó a la trayectoria de Fontana otra responsabilidad: la producción artística y comercial del Canal 11.
Se incorporaron Guillermo Vilas, Carlos Reutemann y César Luis Menotti, como colaboradores en sus respectivos deportes. Llegó al país por primera vez, para actuar en vivo, Liza Minelli. Y Ray Conniff. Y Atahualpa Yupanqui en concierto inolvidable. Y “Los Aventureros” Starsky & Hutch.
En 1982, frente al episodio Malvinas, Fontana interesó a Canal 7-ATC en la emisión de un programa de 24 horas para recaudar fondos. Se realizó el 8 de mayo y lo condujo junto con Pinky.
En 1983 Radio Argentina le propuso otro desafío. Una nueva licencia de explotación adjudicada por el Estado le otorgó al grupo Radio Familia la responsabilidad de la nueva emisora. Y Fontana asumió la conducción artística de la propuesta.
Convocó a un plantel para la mañana, con Ariel Delgado en la primera hora, y luego, de 8 a 12, un magazine con Raúl Portal, Macaya Márquez, Claudio María Domínguez, Liliana López Foressi, Carlos Molar, y el debut del “Chapucai” con su humor. Por aquel entonces, el “Chapucai” era el nombre artístico de Nito Artaza.
Al mediodía Fernando Bravo, a la tarde Hugo Guerrero Martineitz, y “un regreso con noticias” con el debut de Mariano Grondona en radio.
En marzo de 1984 se incorporó al plantel de Radio Nacional, asumiendo la conducción y producción del ciclo “Fontana Nacional”.
Un “colaborador espontáneo” de aquel ciclo fue Don Atahualpa Yupanqui, que, por ser vecino de la Emisora, se cruzaba a charlar desde el hotel donde vivía en la calle Maipú al 500. Y compartió sus vivencias, sus historias, su música, su humor... Generó, así, momentos absolutamente inolvidables para el conductor y para los oyentes.
En 1986, Fontana regresó a Radio Rivadavia con “Sexta Edición”, en el horario de 16,30 a 19,30, completando una cartelera con Héctor Larrea, Antonio Carrizo y José María Muñoz.
El horario se impuso. Cubría las expectativas de información –el eje principal era el Rotativo de Rivadavia, con diez puestos fijos– unido al humor de Juan Verdaguer en vivo. Y también Horangel. El planeta entero por satélite y la conducción periodística de Daniel Mendoza, Roberto Maidana y Llamas de Madariaga.
A través de tantos años de labor, Fontana fue distinguido con numerosos premios nacionales e internacionales, entre los que se cuentan 14 Martín Fierro (más 1 a la trayectoria) otorgados por APTRA, y el primer premio Ondas de España.
Hasta aquí la síntesis de la biografía profesional de Cacho Fontana. Son nada más que trazos de una historia con ilusión, con ideas, y mucho trabajo.
Hoy, la familia de Cacho se compone de su hija Estela Nieves, nacida en 1955, y las gemelas Antonella Fontana y Lumila Fontana, nacidas en 1978. Por el momento su descendencia se completa con cuatro nietos: Georgina, Michela, Lucas y Joaquín.
sábado, 7 de febrero de 2009
martes, 3 de febrero de 2009
domingo, 1 de febrero de 2009
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